¡Vengan y vean!...

¿Quieres encontrarte cara a cara con Él?.

No nos lancemos a responder. Antes que nada hagamos silencio en nuestro interior. ESCUCHEMOS a aquel que nos habla en el diario acontecer de nuestra vida.

Percibamos nuestro corazón ardiente por el deseo de ver a Dios, un deseo a veces sofocado por los placeres del mundo y por las seducciones del mal. Dejemos que en nosotros nazca este deseo de conocerlo y experimentaremos la maravilla del encuentro con Él.

Pongamos todos los medios a nuestro alcance para hacer posible este encuentro, dirijamos la mirada a Jesús que nos busca apasionadamente. Busquémoslo con los ojos del cuerpo en las alegrías y tristezas y en el rostro de los demás; pero busquémoslo también con los ojos del alma por medio de la oración y la meditación de la Palabra de Dios.